Es impresionante
y doloroso saber que una familia, que no era rica pero gozaba
de una buena posición económica, pueda quedar destruida y dispersada
por culpa de la guerra. Cuando mi madre me cuenta que mis abuelos
tenían una tienda de antigüedades en Córdoba, al lado de la
popular Plaza de Abastos, donde vendían de todo, eran felices
y llevaban una vida normal, y que a causa de la guerra todo
fue de mal en peor, siento cómo algo se desgarra en mi interior.
Mi abuelo
perdió la cabeza y desapareció sin dejar rastro de su paradero.
Mi abuela, por aquel entonces, cayó enferma y tuvieron que operarla,
pero a raíz de la operación falleció. Al no haber nadie que
manejara el timón en la casa, ni recursos para subsistir, pues
España estaba en plena guerra civil, cada uno de los hermanos
tuvo que buscarse la vida como pudo. Mi tío Antonio, el mayor
de los hermanos, se fue a Burdeos, quedándose solas las cinco
hermanas restantes. Cada una de ellas trabajó de lo que pudo,
dispersas por diferentes pueblos sin poder comunicarse, y mucho
menos verse.
Curro, pasión por las bicicletas
Fue en
esa época cuando se conocieron mis padres. Como aún no había
terminado la guerra, decidieron casarse, pues tenían que huir
juntos, buscando lugares donde no hubiese bombardeos. Mi padre,
que era de oficio minero, no tenía trabajo, por lo que sufrieron
mucho durante ese período.
En la posguerra
empezaron a encontrarse algunos hermanos, aunque de mi tío Antonio
y mi tía Angelina no tuvieron ninguna noticia. En la actualidad
sólo viven dos de los seis hermanos, mi madre y mi tía Angelina.
Es curioso lo que te puede deparar la vida, pues a mi tía la
dábamos por desaparecida o muerta, pero hace poco mi primo Carlos,
el hijo de mi tía Angelina, me vio en un programa de televisión.
Tenía constancia de que un miembro de la familia silbaba y era
artista, y cuando escuchó mi nombre artístico buscó en internet
mi página web. Me envió un correo electrónico preguntándome
si tenía algo que ver con la familia Muñoz, de Córdoba, y al
ver aquello le contesté rápidamente para que me enviara su número
de teléfono.
Cuando
por fin pudimos contactar fue muy emotivo, pues me dijo
que su madre aún vivía. Estuve hablando largo tiempo con ella,
y la hice saber que mi madre se llevaría una enorme alegría
si supiera que su hermana todavía estaba con vida. Y así, después
de 50 años sin tener noticias la una de la otra, las dos hermanas
volvieron a hablar.
En las cabalgatas de Boby Glane acompañado del mestro Cisneros
Han quedado
en verse en breve, pero por lo pronto yo he tenido ya la oportunidad
de visitar a mi primo Carlos y mi tía Angelina en Madrid. Fui
a hacer un programa de televisión que presentaba Concha Velasco,
"Mi Abuelo es el Mejor", y le invité a pasar conmigo
el día. Estuve en su casa para conocer a mi tía, lo que contribuyó
a que fuese un día muy emotivo para mí, sobre todo después
de saber que viven a unos doscientos metros de donde vivía yo
antes. Seguro que nos habremos cruzado varias veces en algún
momento de nuestra infancia, pues hablando descubrimos que hasta
íbamos al mismo supermercado. ¡Qué paradojas tiene la vida!
He querido
poneros en antecedentes acerca de mis orígenes y los de mi familia,
para hacer saber todos los obstáculos que tuvieron que
sortear. Ahora la historia pasa una página más, y aquí es donde
comienza la mía.